A principios del siglo XVIII, las industrias empezaron a instalarse en medio de huertos, conventos y casas gremiales. La prohibición del año 1718 de importar tejidos estampados favoreció la aparición de la industria manufacturera. Entre 1770 y 1840 se produjo la industrialización definitiva del barrio del Raval. A partir de la segunda mitad de 1700 empezaron a aparecer nuevas calles con fábricas y viviendas para los trabajadores. Desaparecieron las casas gremiales o se subdividieron en muchas viviendas de alquiler para acoger a los numerosos campesinos que huían del hambre del campo (crisis agrícola de 1765-1766). Los trabajadores de las fábricas se quedaron a vivir en el Raval., cerca del trabajo. Este barrio se convirtió en el más denso de Europa y se aprovechó hasta el último metro cuadrado edificable. Entre los años 1783 y 1785, se instaló la industria Erasme Gònima y se levantó la mayor fábrica de tejidos, hilados y estampados de su tiempo.
Las jornadas de los obreros eran de doce horas (desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche). En el año 1829, según el Padrón de Fabricantes, en el Raval había 74 fabricantes textiles, 2.443 telares y 657 máquinas de hilar. Destacaba la fábrica Bonaplata, instalada en la calle de los Tallers. Tenía entre 600 y 700 trabajadores y era la primera que se impulsaba con vapor. La culminación de todo este proceso fue la instalación conocida como casa-fábrica, donde coincidían las instalaciones fabriles, la representación institucional y la residencia del fabricante. Este es el caso de la España Industrial en el año 1839 en la calle de la Riereta. El Raval era el único lugar dentro de las murallas donde se podían edificar construcciones grandes, ya que era poco atractivo hacerlo en el exterior a causa de la inestabilidad política (Carlismo y bandolerismo). Además, estaba cerca de la salida natural de Barcelona como ciudad portuaria.
El mantenimiento de unos sueldos bajos, unas largas jornadas laborales, el cierre de las fábricas como demostración de fuerza de los fabricantes, la supresión de la sopa de caridad y la persecución de las asociaciones obreras hicieron que el 2 de julio de 1855 estallara una huelga bajo la consigna general del derecho de asociación y la jornada laboral de diez horas. Las revueltas obreras contra las mecanizaciones modernas y diversas epidemias de cólera llevaron a tomar la decisión de derribar las murallas en el año 1859 y permitir así la expansión urbana e industrial fuera de un núcleo urbano insalubre y fácilmente controlable por un movimiento obrero que empezaba a organizarse. El éxodo empresarial hacia la planura de Barcelona empezó a principios de los años sesenta. Una larga lista de fabricantes salían del barrio siguiendo las teorías higienistas de Ildefons Cerdà . En el nuevo modelo de ciudad, el Raval ocupó una situación periférica como barrio residencial obrero. A principios del siglo XX continuó teniendo una composición social eminentemente obrera. Los movimientos de los barrio alcanzaron una importancia que rebasó sus fronteras. En 1870 se celebró el Primer Congreso Obrero Español; el año 1871 el principal sindicato catalán de la época, el textil, se adhirió a la Primera Internacional, y en 1888, de la calle de los Tallers salió la convocatoria para reunir a todos los delegados del país para fundar la UGT en el mismo barrio.
Las jornadas de los obreros eran de doce horas (desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche). En el año 1829, según el Padrón de Fabricantes, en el Raval había 74 fabricantes textiles, 2.443 telares y 657 máquinas de hilar. Destacaba la fábrica Bonaplata, instalada en la calle de los Tallers. Tenía entre 600 y 700 trabajadores y era la primera que se impulsaba con vapor. La culminación de todo este proceso fue la instalación conocida como casa-fábrica, donde coincidían las instalaciones fabriles, la representación institucional y la residencia del fabricante. Este es el caso de la España Industrial en el año 1839 en la calle de la Riereta. El Raval era el único lugar dentro de las murallas donde se podían edificar construcciones grandes, ya que era poco atractivo hacerlo en el exterior a causa de la inestabilidad política (Carlismo y bandolerismo). Además, estaba cerca de la salida natural de Barcelona como ciudad portuaria.
El mantenimiento de unos sueldos bajos, unas largas jornadas laborales, el cierre de las fábricas como demostración de fuerza de los fabricantes, la supresión de la sopa de caridad y la persecución de las asociaciones obreras hicieron que el 2 de julio de 1855 estallara una huelga bajo la consigna general del derecho de asociación y la jornada laboral de diez horas. Las revueltas obreras contra las mecanizaciones modernas y diversas epidemias de cólera llevaron a tomar la decisión de derribar las murallas en el año 1859 y permitir así la expansión urbana e industrial fuera de un núcleo urbano insalubre y fácilmente controlable por un movimiento obrero que empezaba a organizarse. El éxodo empresarial hacia la planura de Barcelona empezó a principios de los años sesenta. Una larga lista de fabricantes salían del barrio siguiendo las teorías higienistas de Ildefons Cerdà . En el nuevo modelo de ciudad, el Raval ocupó una situación periférica como barrio residencial obrero. A principios del siglo XX continuó teniendo una composición social eminentemente obrera. Los movimientos de los barrio alcanzaron una importancia que rebasó sus fronteras. En 1870 se celebró el Primer Congreso Obrero Español; el año 1871 el principal sindicato catalán de la época, el textil, se adhirió a la Primera Internacional, y en 1888, de la calle de los Tallers salió la convocatoria para reunir a todos los delegados del país para fundar la UGT en el mismo barrio.
Enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarÁnimo y adelante.
Gracias por citarme.
Feliz y venturoso 2009.